sábado, 4 de abril de 2020



Candela
de Juan de Val


«Tengo estrías, celulitis y una perra fea que se llama Chelo. Al principio era bonita, pero cuando creció se le ensanchó el culo. Lo mismo que me pasó a mí, salvando las distancias…».





Desde el principio Juan de Val hace que queramos a Candela. De hecho, se hace corta la novela, queremos más de ella, queremos saber aún más de su mundo. Lo maravilloso de esta lectura es ser testigo de la metamorfosis de esta mujer, o mejor dicho, de la apocalipsis, pues ella siempre ha estado ahí, solo que la realidad solapaba todo su ser. Una vez que Candela se conoció a sí misma, es entonces cuando puede de verdad disfrutar de la vida, de mirarla de tú a tú. Y esto incluye al amor, claro. Sus relaciones no habían sido satisfactorias, existía una especie de acomodamiento a la realidad, sin pedir más. La nueva Candela vive, experimenta y disfruta; a ella misma le gusta estar en su piel.


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