sábado, 7 de marzo de 2020

Cecilia: maestra, divulgadora y formadora


Cecilia

Ese día no paraba de llover, sin embargo, Cecilia había decidido que la lluvia no supondría un obstáculo a su rutina: iría, como cada martes y jueves, a casa de Luisito para impartir las clases que el niño, debido a su enfermedad, recibía a domicilio. Una vez jubilada, Cecilia se había comprometido con la familia del niño a apoyar esa educación on line que le proponían desde la Consejería de Educación y que tan inhumana le parecía; se necesitaba la mirada, el asentimiento, los ojitos de sorpresa o duda. No, no podía tolerar que un niño creciera sin esa vivencia del proceso enseñanza-aprendizaje, sin la vinculación humana con un maestro. La carretera hasta la casa de Luisito no era una carretera al uso, era de las peores de la isla, socavones, curvas cerradas, pendientes imposibles,... una carretera rural que con esta lluvia se asemejaba a un infierno. Lo peor que podía pasar pasó. Cecilia no pudo controlar el coche y cayó barranco abajo. Murió en el acto. Murió sabiendo que lo hacía cumpliendo su deber. Ella era para Luisito esa luz que cada martes y jueves iluminaba su triste vida yacente; esa luz que le aportaba los conocimientos que alimentaban sus ansias de saber, de ver, de volar. El mundo más allá de su pueblo era enorme y él quería conocerlo. Cecilia había llegado a la docencia por vocación genética. Esto es, su abuela y su madre también habían sido maestras, e incluso todas compartían el nombre, estaba predestinada a que su profesión fuera esa. Desde pequeña lo sabía; su madre y su abuela favorecían tal temprana vocación. En los difíciles tiempo de la posguerra obtuvo una beca para estudiar en Madrid. Valiente fue Cecilia: mujer, joven y sola... se aventuró. En Madrid pronto se relacionó con jóvenes con inquietudes similares a la suya: la vocación docente- una docencia basada en la igualdad, que mujeres y hombres pudieran acceder a la educación y desarrollarse intelectualmente y, por otra parte, una educación universal, que llegara más allá de los centros urbanos. Además su pasión por la divulgación la llevó a participar en publicaciones sobre la docencia a nivel regional, primero en Madrid y luego también en Canarias. El tema principal de sus artículos se centraba en la docencia como medio de superación, su aspiración era la universalidad del derecho a la educación de los niños y niñas de todo el país. De estos tiempos, Cecilia guardó algunas de esas publicaciones que nos enseñaba a aquellos que en su casa queríamos compartir con ella sus vivencias, sus pequeños y grandes logros, sus recuerdos. Cuando llevaba ya algunos años dando clase como maestra, de regreso en su isla natal, completó sus inquietudes docentes con la formación a los propios docentes. Se trata pues de una misma mujer que aunó tres actividades: la vocación docente para con los niños y las niñas, la inquietud divulgativa de temas sobre los avances en la docencia y, por último, el apoyo a sus colegas con la impartición de cursos de formación. Sobre ella varios detalles que se destacan son la perseverancia, pues siempre insistió e insistió para lograr aquello que ella consideraba justo e imprescindible en los temas educativos, como la fundación de alguna que otra escuela rural. Recordamos también su colaboración desinteresada en la alfabetización de mujeres rurales. Y por último, su acción como mentor de muchas jóvenes que, gracias a sus consejos, decidieron estudiar más allá de la educación primaria y que lograron estudios superiores.

No hay comentarios:

Publicar un comentario