Se
trata esto de una utopía hoy para muchas, para muchísimas personas.
Encontrar el equilibrio entre estos tres ámbitos es privilegio de
pocas. Ciertamente, se trata de una utopía con género… el
femenino. La sociedad ha adjudicado el problema a la mujer, cuando
debería de ser cosa de todos. Por un lado, son mayoría aplastante
de género femenino las personas que no han podido realizarse
profesionalmente por tener que cuidar a hijos o a padres. Por otro
lado, tenemos a mujeres que piden reducción de la jornada laboral
para esto mismo. En un caso y en otro, la mujer ve mermada su
cotización, por lo que sus pensiones serán luego las mínimas,
generando con ello un empobrecimiento de la población femenina.
En
España tenemos un sistema de conciliación muy precario, pues solo
el Estado o grandes empresas son capaces de satisfacer, hasta cierto
punto, algunas demandas. Otros estados europeos van por delante en
políticas de conciliación y ya que están en práctica, siempre
atendiendo a sus éxitos y fracasos, se podría tomar nota de ellas e
implantarlas en nuestro país, con las adaptaciones pertinentes a
nuestro contexto social.
La
corresponsabilidad dentro de las familias con un reparto equitativo
entre hombres y mujeres de las responsabilidades familiares y
domésticas es un paso primordial para poder empezar a caminar. Sin
embargo, hay otros factores del engranaje como son las empresas, las
Administraciones Públicas, los sindicatos y los trabajadores y
trabajadores; todos ellos han de sentarse para poder consensuar más
allá de posturas políticas, teniendo como eje las personas, que
además de trabajadores o trabajadoras, tienen otros ámbitos
vitales; que la felicidad y satisfacción de las personas siempre
redunda positivamente en la productividad laboral.
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